Me tiembla el pulso
cada vez que escucho
el baile de tus sílabas
el baile de tus sílabas
sonando.
Me tiembla el tacto
si imagino tu roce,
piel de luz,
blanco resplandor de anhelo.
Araño al tiempo sus segundos
en la espera de tus ojos,
incandescentes racimos de fuego
que me prenden de intenso deseo.
Madrugada estrellada,
sólo tú lo entiendes:
tiemblo si no te tengo,
luego soy un hombre tiritando
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