Hemos llegado a ese lugar.
Ese espacio de confianza
donde lo opaco
es un juego malogrado del destino.
Qué dicha saberte tú
sin ningún pero.
Todos tenemos brumas en el alma.
Equivocarse es el peaje de los soñadores.
Pero errar sabiéndote a mi espalda
es seguro,
mi futuro.
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